“Ovalada”, “ovalada invertida” o “elíptica”. La información de nuestro rostro –más allá de reflejar nuestra edad aproximada o nuestro estado de ánimo– nos permite distinguirnos de las demás personas.

Resulta fácil reconocernos frente a un espejo o identificar a las personas que conocemos, pero ¿qué tan capaces somos de describirnos o describir a alguien más? La mayoría de las personas tenemos poca experiencia en morfología facial, de tal forma que, cuando intentamos describir un rostro podemos confundir diferencias sutiles.

Los procesos de búsqueda de personas desaparecidas requieren mayor precisión en las descripciones faciales para agilizar su identificación y, en consecuencia, su localización. Por ello, se proponen algunas estrategias para construir puentes entre las diferentes formas de describir rostros.